A lo largo de la historia, los baños, fueron más que un espacio funcional, era el lugar de encuentro, de purificación, de calma y de pausa. Concebidos como espacios de bienestar físico y espiritual, un elemento sagrado y transformador, pero también símbolo de estatus y lujo. Culturas como la griega, romana, islámica o japonesa concebían a estos espacios como ámbitos de bienestar físico y espiritual, donde el agua, la arquitectura y el cuerpo dialogaban en equilibrio.
A través del tiempo, esta dimensión ritual se fue diluyendo, reducida muchas veces a lo utilitario, quedando relegado a un espacio técnico y cerrado.
El proyecto surge de la necesidad de resignificar ese sentido original: el del baño como experiencia, como una pausa dentro del habitar, un lugar de intimidad, contemplación y placer cotidiano. A través de una propuesta abierta, sensorial, sofisticada y contemporánea, se busca revalorizar el baño como espacio central del habitar: un refugio sereno y esencial, que invita a ser recorrido a través de una composición espacial basada en líneas curvas y orgánicas como elemento integrador. Estas formas evocan lo natural, suavizan la percepción del espacio y acentúan su carácter introspectivo.
Los materiales pétreos, naturales y artificiales, en sus múltiples expresiones, actúan como hilo conductor del proyecto, aportando textura, elegancia y atemporalidad.
En este sentido, el baño se presenta como un espacio central en la vida cotidiana, donde el diseño acompaña la experiencia del habitar. Esta propuesta recupera su dimensión sensorial y material, reafirmando al baño como un lugar de valor arquitectónico, emocional y cultural.
Cuadros e instalación